Las putas de Rabat
son las putas más tristes.
No sé si siempre ha sido así
porque la henna
cubre su desolación de sirocos
y los hombres
tan solo se emborrachan
de impotencia.
Las putas de Rabat
son un alba cansada.
Las he visto fumar
sus noches a oscuras
y consultar en el móvil
llamadas perdidas del desierto,
aquel que un día les fecundaba
las caderas,
las he visto
alzar los ojos
y escupir el paraíso,
mientras fuera
taxis, trenes, tranvías y estrellas
las ignoran de reojo.
Las putas de Rabat
son las putas más tiernas.
No he abrazado a ninguna,
ni siquiera he hablado
con aquellos ojos tristes
que me indagaban
por el color de la melancolía
fugaz como el humo
de cigarros igualmente tristes
que tiñen y desvisten de noche a las putas.
Las putas de Rabat
son las putas más dignas
y su tristeza
no está en venta.
© Frantz Ferentz, 2012
4 comentários:
Se me ha contagiado parte de su tristeza a través de tus letras...
Un beso, Xavier.
Pues sí, Laura. Entra dentro de la fascinación del país. Pero los ojos de esas mujeres me impactaron y hasta que no he escrito el poema ahí ha estado ese resquemor. Es lo menos, que tampoco es gran cosa. Un abrazo.
Homber, qué tenían de tan especial los ojos de esas pobres mujeres? Bello poema, Xavier. Enhorabuena! :-)
Es imposible decir lo que tenían de especial, es cosa de verlo.
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