había inventado
el silencio
y
pidió que callaran
los energúmenos azules
las palabras repetidas
los dioses infelices
los que de nada todo entienden
se estiró los cabellos
miró a los presentes
desde el principio
del planeta
anunció
en tono solemne
que se había casado
con un cerezo
y para demostrarlo
floreció aun en otoño
ante los presentes
y sus labios
manaron
-como no podía ser de otro modo-
licor de cereza
© Frantz Ferentz, 2012
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