llamaron a la puerta
ni tímida ni enérgicamente
solo llamaron a la puerta
no fui a abrir
no hacía falta
era la tristeza
entró sola en casa sin anunciarse
lo sabía por su manera de besar la madera
la tristeza
quería hacerme creer que no era ella
era ella
la tristeza
la puta tristeza
la que siempre seduce mis lágrimas
y me rapta el flexo
y me viola el escritorio
y me jode la intemperie
la tristeza
la tristeza amarillea las páginas que aún no he escrito
pasa la mano por debajo de mi camisa
seduce el vello de mi pecho
y yo cierro los ojos
pronuncio lunas azules
la decadencia me pronuncia melancólica
cuando me vacío se me acomoda la tristeza
la puta tristeza
con una mueca de orgullo
la tristeza se acurruca en mi tristeza
dentro, en la lluvia,
una farola intenta fumarse mi última memoria
... a la salud de la tristeza
una farola intenta fumarse mi última memoria
... a la salud de la tristeza
Frantz Ferentz, 2014
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